martes, 18 de mayo de 2010

De Dolores

Cuesta abrir los ojos. El suelo está frío, me agarra desprevenida. Corro a deshacerme de las gotas de lluvia de algún submundo en el que estuve durante la noche. Buzo rojo, quizá así pueda verme frente al espejo. Trago rápido y sin hambre. Y 25. Saludo a Marci, y ella a mí, con sus dos broches que se le caen cuando me doy vuelta. La veo por el espejo pero no se da cuenta. Me sigue mirando con desprecio por haberle roto el horrible florero de la entrada del edificio. Camino y el sol todavía se resiste. Con suerte llego a la parada del 15 con los pies secos, los porteros organizan para salir todos a la misma hora y adelantarse al 2012. La desidia corre sobre la ciudad. Las copas de los árboles desfilan en contra mano. Me gusta viajar por la otra ciudad de vez en cuando, la que nadie puede ver. En la que todavía queda un poco de oxígeno. Lamento no poder quedarme ahí el resto del día y me bajo. Subo cinco escaleras. Ya empiezan a tomar nota. Ya comienzan a evaluarme. Trato de no creer en sus palabras y me distraigo con algún cuento que a nadie le importa. La primer aprobación me indica unas horas más de placidez. O una desaprobación mil horas agonizantes. Alicia elije y no hay vuelta atrás. Apruebo o no apruebo. 12.10 del mediodía, mejor correr y esperar la caída. Lo único que quiero es intoxicar un poco el aire y lastimar mi voz. 846, 845, 843. Vuelve a empezar. Canta y viaja, si no, no sobrevivirás. El sol quiere marcharse, solo quiere cumplir y marcharse. Yo quiero escaparme con él. A cada paso un rasguño en mi cara. Pero ya no me importa mas nada, camino lo más rápido posible. Vuelvo a la parada del colectivo, pasaron diez horas y una hoja se suicida ante mis pies. El hombre mayor que esperaba bajo la iglesia de los Dolores trabajo, comida, algo, sigue esperando el milagro. En el reflejo de la puerta del colectivo que se esta por abrir puedo ver mi expresión de dolencia. Tengo lastimaduras en mi rostro y sonidos que tratan de estimularme inútilmente. Vuelvo a casa con un par de cicatrices más en mi cara. Me pregunto si alguien le habrá dado un pedazo de pan al hombre de la iglesia.

miércoles, 12 de mayo de 2010

Partida

Cómo se sigue? Cómo se reconstruye después de tantas pisoteadas? Después de darte una dosis de tu propia humillación, cómo se corre todo eso a un lado y se empieza desde la partida una vez más? Una de tantas. Conciente de entregar tu cabeza, sabiendo que va a ser igual que siempre. Vas a volver a intentar, no te queda otra. Vas a volver a correr atrás de eso y te van a poner el pie, como de costumbre. Vas a hacerlo. Porque si no lo hacés perdés. Por miedo o instinto. Pero lo hacés porque no hay próximo colectivo.
A veces me pregunto que pasaría si no volvería a intentar. Si después de armar mi gran castillo de cartas y alguien mueva la mesa con la yema de un dedo, deje las cartas sobre la mesa. Y no corra a colocar las cartas sin aire en los pulmones. Cambiaría en algo? No sufriría la desesperación y el miedo de no llegar a tiempo y quizá la próxima vez que pase una brisa no me sentiría tan frustrada. O tal vez me sentiría mas frustrada que nunca, porque ni siquiera habría algo para destruir. Solo un gran vacío. Últimamente veo a todo y a todos como grandes fracasados. Creo que el único verdadero fracaso soy yo.