viernes, 30 de abril de 2010

Mannequin

Adentro de un molde, uno mas, entre tantos. Entre todos. Encerrados en eso. Eso que higienizamos y peinamos todos los días frente al espejo. Que vestimos para ocultarlo y asoma en las fotos. Eran las ganas de deshacerme de eso que me hace torpe y mediocre. No tendré otro rostro, a menos que me lo arranque y borre todo retrato y recuerdo.
Tengo un maniquí en mi cuarto, lo encontré en la calle cuando me mude a esta casa. Somos escalofriantemente iguales, para mí y para todos. Si emitiera algunos sonidos de vez en cuando creo que sería un buen amigo.

martes, 27 de abril de 2010

Sueño

Duerme con un ojo abierto. Espera su hora. Y cuando el telón se abre sale a bailar. Aunque el miedo la hunda. Sabe que si se detiene pierde, para siempre. Quiere cantar pero no es su hora, entonces baila. Quizá no sea el momento, no es ése. Entonces espera, y mientras, baila. Vuelve a dormirse y sueña que canta, pero su voz es ronca e insoportable. Sabe bailar, no cantar.

miércoles, 21 de abril de 2010

Un sol

Un sol que lastima, medias húmedas, zapatillas que aprietan. Un silencio que aturde. Un cigarrillo que seca la boca y quema los dedos. La sombra de la sonrisa de ayer, que bailaba en tu cara, sin preguntarte nada, insolente. El aire espeso y un latido devastador en la cien. Duele la mandíbula y una piedra raspa tu garganta, quema. La tierra moja y enfría tu cuerpo, te invita. Duele la mirada de la gente, de todos, de cada uno de ellos. Te tocan la espalda y no podés dar la vuelta. Lo sentías, alguien esperaba paciente que respondas. Y vos nada, no pudiste dar la vuelta. Te subís al colectivo, te sentás, pero te sentís incomoda y cruzás al de ahí en frente. Ese tampoco era para vos. Entonces te levantás y caminas hasta el fondo y te sentás en ése, ése sí. Te corrés al de al lado y te quedás. No pensás más. Ponés play. La música no llena y no la escuchás, subís el volumen, lo bajás. No escuchás. Te acordás de algo, vos a carcajadas en el sillón riéndote de Homero, ayer, solo ayer. Observás a la gente que saca fotos y querés correr y ver qué es lo que se ve, que es lo que tanto miran. Cerrás los ojos con fuerza, no querés ver. Hay un farol prendido y el sol está ahí. Tus piernas no quieren hacer equilibrio, prefieren descansar.

lunes, 19 de abril de 2010

Nace Venere

Necesito jugar todas mis fichas a esa persona, para que me asienta con la cabeza y juzgue por lo bajo si mi jugada fue buena o mala. Tiene el estigma y tengo sed de ella. Y si lo desea puedo arrodillarme, ponerme la careta que mas le guste y agachar la cabeza. Toda modificación en la subsistencia (una verdadera obra de arte) de esta persona me hace sentir una molestia, un manchón negro en el medio de Nace Venere. Acecho para atacar en el momento justo, donde las cosas saldrán perfectas, transparentes, sublime. Como cuando dejamos lo mejor del plato para disfrutar cuando nos comimos todo aquello que no nos gustaba tanto y que solo lo consumimos porque era parte del trascurso a lo que de verdad deseábamos tener en nuestro paladar. El contacto físico me desconcierta totalmente, y la simulación que sobrellevaba hasta ese momento se cae al piso y es aplastada por un tren. Ese es el momento en que el dolor me retuerce, conciente de que solo serán unos pocos segundos que estaré realmente satisfecha, y es cuando me doy cuenta que estoy a merced de las fieras, que no soy propietaria de mi persona, que ya no soy dueña de mí misma. La ropa me pesa y me hunde, mi cuerpo solo es un cuerpo, porque yo estoy en la gloria.
Lo cierto es que pierdo el tiempo y me hago daño, "tratando de agradar". Se que estoy esperando un momento para hacer las cosas, uno que no va a llegar. Y cuando me doy cuenta de todo esto me enojo y prometo no volver a castigarme de ésta manera. Inevitablemente y como si fuera instinto vuelvo a perderme.

domingo, 18 de abril de 2010

Nada

Creo que todavía no tengo las cosas totalmente claras como para construir una idea que realmente plasme la idea que tengo en la cabeza. Hay algo que me perturba hace un tiempo y todavía sigo buscando la manera de descansarlo un poco en algún lugar, para después levantarme a la mañana y cargarlo junto con mi ropa. Una sensación. Ésta se me presentó en un sueño. Lo tuve hace algunas semanas.
El lugar? Creo que si existe “la nada” era eso. No creo recordarme en mi propio cuerpo, ni en el de nadie. Y algo que me hacía viajar a una velocidad desconocida para mí. Tan rápido y violento que dejaba atrás todo lo que había llenado durante mucho tiempo y esfuerzo, todo mi orgullo y mi persona, era el reflejo de mí misma que había creado, que se convertía en nada. Antes de que pueda poner mis pies firmes sobre un lugar, el piso, o quizá el aire, se volvían algo totalmente desconocido, algo inevitablemente doloroso. Estaba en todas partes y en ninguna. Mis manos resbalaban, queriendo aferrarme a algo, algo firme que me salve.