miércoles, 21 de abril de 2010

Un sol

Un sol que lastima, medias húmedas, zapatillas que aprietan. Un silencio que aturde. Un cigarrillo que seca la boca y quema los dedos. La sombra de la sonrisa de ayer, que bailaba en tu cara, sin preguntarte nada, insolente. El aire espeso y un latido devastador en la cien. Duele la mandíbula y una piedra raspa tu garganta, quema. La tierra moja y enfría tu cuerpo, te invita. Duele la mirada de la gente, de todos, de cada uno de ellos. Te tocan la espalda y no podés dar la vuelta. Lo sentías, alguien esperaba paciente que respondas. Y vos nada, no pudiste dar la vuelta. Te subís al colectivo, te sentás, pero te sentís incomoda y cruzás al de ahí en frente. Ese tampoco era para vos. Entonces te levantás y caminas hasta el fondo y te sentás en ése, ése sí. Te corrés al de al lado y te quedás. No pensás más. Ponés play. La música no llena y no la escuchás, subís el volumen, lo bajás. No escuchás. Te acordás de algo, vos a carcajadas en el sillón riéndote de Homero, ayer, solo ayer. Observás a la gente que saca fotos y querés correr y ver qué es lo que se ve, que es lo que tanto miran. Cerrás los ojos con fuerza, no querés ver. Hay un farol prendido y el sol está ahí. Tus piernas no quieren hacer equilibrio, prefieren descansar.

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